viernes, 6 de abril de 2012

Sobre GOLPE DE AIRE, de Marcelo Minnino


El domingo fue a ver GOLPE DE AIRE, de Marcelo Minnino al teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715 / 4808-9479). Jueves a Domingo 21 hs.

Los muertos

Un inquieto y curioso alumno de mis seminarios preguntó hace poco, en la habitual ronda de consultas de cada final de clase, por qué era tan frecuente la presencia de la muerte en las obras teatrales[1]. La respuesta convocó al mito, al pensamiento binario y a la matriz de lo que Occidente conoce por conflicto. La noción de “conflicto”, esa útil –y tan utilizada- herramienta de captura de la atención de un público vivo, está íntimamente relacionada con la oposición de conceptos opuestos. Occidente en general ha entendido que a todo concepto se le opone irreductiblemente otro, generando una original y violenta fricción que explicaría, incluso, la existencia misma del universo –big bang, onomatopeya anglosajona de Gran Estallido.

Un niño se sube a una alta banqueta para alcanzar un objeto en un estante. De puntillas, se estira todo lo que puede; el movimiento hace tambalear el banco… Dos fuerzas opuestas –la gravedad y el equilibrio- entran en tensión y desencadenan la acción dramática: no podremos quitar la vista de la escena hasta su desenlace.

La matriz del pensamiento binario, luz/sombra, arriba/abajo, adentro/afuera, bien/mal, blanco/negro es vida/muerte. La última, la definitiva, la inexorable.

Golpe de aire alude en forma paradójica a esta última condición sin que le haga falta nombrarla.

Síntesis argumental

Un escritor se esfuerza por reescribir, modificándolo, un episodio autobiográfico que encierra un episodio innombrable. Si aquello que se escribe puede reescribirse, ¿qué sucede con lo que no nos atrevemos a nombrar?

Puesta en abismo

En la reseña anterior, sobre La patria fría, hacíamos referencia al gusto barroco por la metateatralidad. El límite especular de este recurso es la “puesta en abismo”, en la cual la representación se muestra a sí misma representada, generando una especie de loop, de ciclo espec ular repetitivo hasta el infinito: el mismísimo Quijote de la Mancha leyendo el Quijote de la Mancha. En las artes que representan lo sucesivo –narrativa y teatro, por ejemplo- lo que se pone en jaque, entre otras cosas, con la puesta en abismo es la binaria oposición de Presente/Pasado. El episodio de verse a sí mismo viéndose a sí mismo tuerce el fluir lineal del tiempo hacia (o desde) el futuro en una espiral que parece detenerlo, hacerlo curvo, volverlo sobre sí mismo, repetirlo y, sin embargo, modificarlo. La modificación del pasado, la relectura del pasado, la mención del pasado, el trauma oculto en el pasado, lo siniestro que retorna del pasado, la condición política de la narración de un pasado, la selección de un pasado, la vivencia de un pasado, y lo inexorable de sus consecuencias en el presente, se ponen en juego en esta nueva pieza del autor y directo de Lote 77 (para leer la reseña sobre esa obra, click aquí).

El doble

Muy afecta a la multiplicación de la identidad, al cuestionamiento de la construcción de la noción unitaria de “personaje”, la sala Sarmiento (aquella del ciclo Biodramas) vuelve a albergar una obra en la que sus personajes no son unitarios, no están encarnados por un solo actor, ni habitan una linealidad unívoca de causa/efecto, constitutiva de la noción de personaje del realismo. En castellano: los personajes del realismo develan sus pasados, los sucesos acontecidos en sus biografías previas a lo que se ve en escena, como causas determinantes del presente de la acción. Cristina Linde dejó a Krogstadt por un hombre de dinero, relatan los mismos personajes en Casa de muñecas, de Henrik Ibsen. Esos hechos del pasado determinan la conducta, el encadenamiento y el desenlace (algo forzado desde el punto de vista psicológico, pero inexorable desde la trama de causas y consecuencias) del chantaje que Krogstadt perpetra sobre Helmer y que, de buenas a primeras, deja de ejecutar.

La linealidad del realismo, espasmódicamente a lo largo de la historia, se quiebra, se multiplica, se niega, se desdobla. Cinco años atrás, José María Muscari multiplicó a la físico-culturista y terapeuta sexual Cristina Musumeci (para leer la reseña de Fetiche clic aquí) en cinco literales “personas”, es decir, máscaras de la real Musumeci. Ahora, Minnino duplica la sombra de una sombra.

El pasado

Golpe de aire, la segunda obra de Marcelo Minnino, es más literaria y literal que Lote 77. Más allá del gusto y la destreza en lo minimalista (un acontecimiento mínimo, un breve encuentro en el baño, dominaba la acción de aquella notable obra), esta nueva pieza se ancla en ciertas certezas temporales (la crisis de 2001 y sus referencias), sin abundar ni desarrollarlas. El pasado está aludido como contexto de un acontecimiento que no se puede narrar. Aquello que no se puede narrar impele al protagonista a intentar modificar su propia biografía, que es un relato novelado. La fuerte claridad de esta tesis le imprime una gran dosis de solemnidad al conjunto, que es tomada seriamente y, con un inteligente dejo de ironía, al “pie de la letra” (él es franco, ella es clara). Los personajes, contrastando al doble protagonista, pierden esa intensidad que el trío de Lote 77 ganaba en lo mínimo, y la actuación no rompe el molde, como lo hacía su antecesora, sino que, por el contrario, lo conserva. Conservadora de sus bienes, Golpe de aire es, no obstante, una paradójica tesis literaria sobre la construcción de la biografía como literatura, y sobre la imposibilidad de lidiar contra el trauma o contra la muerte sin nombrarla.

Lo innombrable se impone en el presente en forma de síntesis y negatividad. Así en el sujeto como en su sociedad. En la belleza e inteligencia de la tesis reside la mayor virtud del espectáculo.



[1] Algunos de los pensamientos asociados a esta recurrencia de la muerte en la escena pueden leerse en la siguiente reseña y las que a su vez esta reseña, de este blog, refiere: http://la-diosablanca.blogspot.com.ar/2009/11/sobre-un-hueco-de-juan-pablo-gomez.html

1 comentario:

Juan dijo...

me gustó mucho esta nota, y cómo pone en relación con la producción anterior de Lote.
¡gracias!